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Derek Walcott: reeditan "Omeros", la obra maestra del Nobel de Literatura caribeño

Derek Walcott: reeditan "Omeros", la obra maestra del Nobel de Literatura caribeño

“Pienso en mí mismo como en un carpintero, como alguien que hace estructuras”, dijo Derek Walcott a propósito de su trabajo como poeta. Omeros, el poema narrativo que precedió a la obtención del Premio Nobel de Literatura, es el ejemplo más elocuente al respecto, y también de una poética caracterizada por la fusión de influencias asiáticas, africanas y europeas y por la presencia constante del paisaje y la historia del Caribe. Un ensamblaje de engañosa sencillez, “donde la estructura se vuelve más importante que el carpintero” según el autor.

Walcott nació en 1930 en Santa Lucía, una de las Antillas Menores. Educado en inglés y en una escuela metodista, creció en un medio donde también se hablaba francés y dialecto criollo y donde la religión coexistía con una fuerte presencia de rituales africanos. “Proviene de una Babel genética”, dijo el gran escritor ruso Joseph Brodsky.

Ese legado se enriqueció con las propias creaciones. Walcott estudió en Jamaica, publicó su primer libro a los 18 años con dinero prestado y en 1953 se mudó a Trinidad, donde trabajó como crítico de teatro y consolidó su obra en torno a la indagación de la identidad y el paisaje caribeño y de la responsabilidad del poeta en la transición del orden colonial a la independencia de los países de la región.

Un escritor caribeño

“Soy primordial y absolutamente un escritor caribeño”, declaró Walcott en una entrevista con la prestigiosa revista The Paris Review. Pero esa identificación hizo que fuera menospreciado y considerado una especie de poeta regional.

El Premio Nobel de Literatura que recibió en 1992, y previamente los elogios de Brodsky y Seamus Heaney, resolvieron la cuestión. Dos años antes Walcott había publicado Omeros, la obra que Editorial Anagrama vuelve a poner en circulación en edición bilingüe y con traducción del poeta mexicano José Luis Rivas.

“El intento de reducir a este hombre a un escritor regional quizá puede explicarse por el rechazo de la crítica profesional a aceptar que el gran poeta de la lengua inglesa es un negro”, escribió Brodsky, quien destacó a Walcott como “el hombre gracias al cual vive el idioma inglés”.

Omeros es un poema compuesto por siete libros y setenta y cuatro capítulos. Los versos están escritos en una variante de la llamada terza rima, estrofas de tres versos con rimas entrelazadas. La forma fue popularizada por Dante Alighieri en la Divina Comedia.

Fotografía de archivo fechada el 22 de agosto de 2012 que muestra al escritor Derek Walcott en San José (Costa Rica). EFE/Jeffrey ArguedasFotografía de archivo fechada el 22 de agosto de 2012 que muestra al escritor Derek Walcott en San José (Costa Rica). EFE/Jeffrey Arguedas

Sin embargo, la principal referencia de Walcott es la de Homero, el poeta de existencia incierta al que se atribuyen la Ilíada y la Odisea, evocado ya en el título con su nombre en jónico. Aquiles y Héctor, los protagonistas del poema clásico, retornan convertidos en pescadores antillanos y en lugar de la guerra de Troya el poema construye un friso de la historia caribeña que comprende el exterminio de la población aborigen, el tráfico de esclavos, la prolongada disputa entre Francia y Gran Bretaña por la ocupación del territorio y los conflictos del siglo XX.

Un mulato que amaba el mar

Walcott aclaró en más de una ocasión que el concepto de épica le resultaba ampuloso para su obra y que los nombres homéricos son referencias y no representaciones de los personajes clásicos. También está Helena, el icono de la belleza en la mitología griega, que ahora es una criada embarazada sin saber de quién; y el nombre alude al mismo tiempo a Santa Lucía, llamada la Helena de las Indias Occidentales por los atractivos de su paisaje.

Pero la belleza del paisaje es ante todo un problema. Walcott deplora la imagen estereotipada del Caribe y la mirada turística restringida a las playas, la música típica y la gastronomía local. El deber del escritor consiste en su opinión en romper los lugares comunes y atender al “Caribe real” que se encuentra en el pasado y en la integración de diferentes culturas.

En los primeros versos de Omeros, un personaje sonríe así para unos turistas que “intentan robarle el alma” con una cámara de fotos. La cultura antillana emerge en el poema como un desprendimiento de la cultura occidental interferido por las raíces africanas que trajeron los esclavos y se funda según Walcott en la pérdida de un lenguaje, el de los arahuacos, la población originaria de las islas desplazada por la colonización europea.

El escritor Derek Walcott. Archivo Clarín.El escritor Derek Walcott. Archivo Clarín.

Ese lenguaje, dijo Walcott, persistió en el habla “con un ritmo ancestral y extático en la sangre que no puede ser sometido por la esclavitud ni por el contrato de servidumbre”. El autor de Omeros encontró en ese proceso de recreación una imagen del propio trabajo como poeta: “Soy solo un negro mulato que ama el mar,/ poseo una buena educación colonial,/ llevo en mí un holandés, un negro, un inglés”, escribió con ironía.

El arte antillano es esta restauración de nuestras historias destrozadas, nuestros fragmentos de vocabulario, nuestro archipiélago convertido en sinónimo de piezas desprendidas del continente original –dijo Walcott en el discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura-. Y éste es el proceso exacto de la creación de la poesía, o lo que debería llamarse no su creación sino su reconstrucción”.

El narrador de Omeros afirma que “la vía para robustecer el carácter/ pasaba por el lenguaje y la observación”, y es precisamente ese lenguaje que asocia tradiciones múltiples lo que constituye la identidad caribeña.

En “Recuperar a Derek Walcott”, el ensayo que llamó la atención sobre el poeta caribeño, Brodsky advirtió: “Lo que libra a las civilizaciones de su desintegración no son los ejércitos sino el lenguaje. Fue el caso de Roma y, antes, de la Grecia helénica. La tarea de conservar el centro en tales épocas es, con frecuencia, acometida por los hombres de las provincias, de los confines”. Ese habría sido el espacio de Walcott, con la aclaración de que “los confines no están donde el mundo termina, sino precisamente donde comienza a extenderse”.

El escritor Derek Walcott. Archivo Clarín.El escritor Derek Walcott. Archivo Clarín.

Walcott tuvo también una destacada trayectoria como dramaturgo y profesor universitario en Estados Unidos y Gran Bretaña. Murió en Santa Lucía en 2017. “Para todo poeta siempre es de mañana en el mundo –dijo al recibir el Premio Nobel-. La Historia y el asombro elemental son siempre nuestro comienzo temprano, porque el destino de la poesía es enamorarse del mundo, a pesar de la Historia”. Omeros es el testimonio deslumbrante de esa convicción.

Omeros, de Derek Walcott (Anagrama).

Clarin

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